En un lago de Beijing una mariposa es atrapada
en pleno aleteo por la pegajosa lengua de un sapo.
En Nueva York el sol resplandece.
Marcelo
Tittaferrante.
Cuentos breves y poemas.
En un lago de Beijing una mariposa es atrapada
en pleno aleteo por la pegajosa lengua de un sapo.
En Nueva York el sol resplandece.
Marcelo
Tittaferrante.
Cuando Herrmann Friedrich diseñó el puente, a mediados
del siglo XIX, tenía en claro cuál sería su utilidad, por eso lo hizo
intransitable.
Para realizar la excavación que daría lugar al lago
artificial necesitó la ayuda de muchos obreros, pero a la hora de levantar el
puente solo contrató al carpintero del pueblo llamado Traugott.
Con admirable paciencia trabajó sobre el andamiaje de
madera acuñando las piedras que crearían un maravilloso efecto visual. Se
aseguró de no incluir ningún tipo de pretil para infundir más temor a quienes
osaran cruzarlo.
Cuando hubieron terminado la obra maestra procedieron a
retirar las maderas de contención. Durante este proceso el carpintero sufrió
una caída y murió. Friedrich aprovechó este hecho que facilitó su plan.
Arrastró el cuerpo hasta el bastión norte, lo introdujo en el hueco diseñado
para tal fin, y allí lo sepultó. Luego llevó a su esposa para mostrarle el
puente y la mató de un golpe en la nuca. Ocultó el cuerpo en el
bastión sur repitiendo el proceso anterior.
Sobre el lago Rakotz, en la piedra más alta del puente dejó
una sutil inscripción que nadie ha visto jamás: “La traición se paga”.
Marcelo Tittaferrante.
Las múltiples cabezas de serpiente se
arremolinaban en torno de su rostro. Extrañaba la belleza que otrora le
brindara su cabellera.
¿Por qué Atenea se había ensañado así con ella?
¿Acaso no había sido Poseidón quien la violara? Tendría que haberlo castigado a
él, no a ella… Merecía que lo castraran, pensó.
Mientras meditaba el nombre de su descendencia
se acariciaba el vientre. Perseo se acercaba sigilosamente con su escudo
espejado, empuñando una espada. Al verse reflejada se miró a los ojos y quedó
petrificada.
El valiente semidios pasó horas tratando de
recuperar el filo de su espada.
Marcelo
Tittaferrante.