Ya comenzaron los síntomas, no siente las piernas, casi no percibe el ambiente a su alrededor, apenas permanece consciente. La mente traicionera la aísla del entorno natural, crea una falsa idea de conexión con los demás. El vicio es compartido, de ahí proviene el placer.
Quedó atrapada en la red de un mar etéreo
de ilusión y fantasía, está justo donde los promotores de la adicción quieren
que esté. Ellos infectan su cerebro estresando las neuronas para mantenerla
adicta.
Las imágenes la abrazan, siente que ese es
su lugar. Si nadie le da el antídoto, pronto estará muerta.
Marcelo Tittaferrante.