viernes, 1 de marzo de 2024

Medusa (microficción)

 

Las múltiples cabezas de serpiente se arremolinaban en torno de su rostro. Extrañaba la belleza que otrora le brindara su cabellera.

¿Por qué Atenea se había ensañado así con ella? ¿Acaso no había sido Poseidón quien la violara? Tendría que haberlo castigado a él, no a ella… Merecía que lo castraran, pensó.

Mientras meditaba el nombre de su descendencia se acariciaba el vientre. Perseo se acercaba sigilosamente con su escudo espejado, empuñando una espada. Al verse reflejada se miró a los ojos y quedó petrificada.

El valiente semidios pasó horas tratando de recuperar el filo de su espada.

 

Marcelo Tittaferrante.


Imagen tomada de la red.

lunes, 12 de febrero de 2024

Minotauro (microficción)

   Cuando Teseo enfrentó a la bestia no esperaba que fuera tan grande. A pesar de su valentía, por primera vez sintió el estómago retorciéndose. Debía matarla para liberar a Atenas de los sacrificios impuestos por Minos, rey de Creta.

   El intrincado laberinto le había demandado mucha energía. Dos días sin alimentos ni agua, desenrollando inmensurables cantidades de hilo para poder hallar el camino de regreso. Inicialmente le había parecido una excelente idea, pero en esa instancia estaba convencido de que había sido un gran error.

   El Minotauro devoró a Teseo, siguió el recorrido del hilo y desposó a su hermana Ariadna.


Marcelo Tittaferrante.

Imagen tomada de la red.

lunes, 28 de agosto de 2023

Morir de a poco

 

Él estuvo allí, donde la humanidad se había negado a florecer, donde el trabajo no brindaba un solo pedazo de pan y la dignidad consistía en mantenerse con vida. Debió hacer un gran esfuerzo para existir y lo hizo, por sí mismo y por su amada, a quien no sabía si volvería a ver, pero tenía la firme convicción de que no debía claudicar. Tal vez, al día siguiente saliera nuevamente el sol.

La esposa lo contempla con ternura, porque conoce ese proceso que tantas veces presenció desde que por fin habían abandonado el infierno de Auschwitz. Su Polonia natal, ahora tan distante, no sería su última morada, pero al menos estarían juntos. Se lleva una mano a la boca, los párpados abrigan dos perlas brillantes. Ella también retrocede en el tiempo y recoge fragmentos de su propio corazón.

Él suele tapar los oídos con las manos, como negándose a recordar, pero le resulta imposible no hacerlo. En los caprichosos circuitos de la mente se mezclan las trágicas imágenes pasadas con apacibles recuerdos de la vida familiar. Día a día resulta más difícil situarse en la temporalidad del presente. La pala se hunde en el suelo húmedo, la hija mayor abanderada en la escuela, las fosas cada vez más grandes, el hijo recibe el diploma, los cuerpos apilados como residuos, nace un nieto en primavera, el humo acre en el aire, el cálido sol del mediodía, la oscura noche de incertidumbre…

Cada vez que sucede, su cuerpo se sacude hacia atrás y hacia adelante en cortos espasmos, las tímidas lágrimas se esconden entre el sudor y se escurren sobre los profundos surcos de la piel. Un pedacito de vida se apaga.


Marcelo Tittaferrante.


Imagen tomada de la red.

jueves, 24 de agosto de 2023

El viaje menos pensado

 Salí tarde de casa. Estaba apurado, por eso cuando la formación del Sarmiento abrió sus puertas en la estación Liniers, no me importó que estuviera repleto de pasajeros. Lunes, hora pico, probablemente el próximo tren estaría igual o peor.

Subí como pude en el tercer vagón y ahí quedé apretujado durante todo el viaje como una hoja en un atado de acelga.

No llegaré a la entrevista, igual ese trabajo no era para mí…

Después de varias horas en la estación de Once, me rescataron. Ahora estoy en la ambulancia del SAME camino al hospital Rivadavia.


Marcelo Tittaferrante.



Imagen tomada de la red.