viernes, 22 de marzo de 2024

La gravedad

   Cuando compró la entrada para el recital que daría Divididos en el estadio Atenas de la ciudad de La Plata, no le importó estar en una silla de ruedas. No se perdería esa oportunidad única de festejar los treinta años de su banda preferida. No permitiría que ese accidente que había tenido con la moto lo privara de presenciar esa fiesta inigualable. Ya se había acostumbrado a la limitada dependencia de su compañera motriz que solo le proporcionaba aburridos desplazamientos paralelos al piso. Siempre a la misma altura. Siempre lenta y monótona. Se habían escurrido veinticinco años, la mitad de su vida, entre la impotencia y el sufrimiento, entre la cama y la silla. Los sueños de juventud habían quedado desparramados en el accidente como una copa de cristal hecha añicos. Sus piernas desprovistas de actividad muscular se habían reducido a un mísero lastre de carne y huesos. 
   Sábado 13 de mayo de 2019. Los dos puestos de control antes del ingreso los había pasado sin contratiempos. El estadio se estaba llenando más allá de su capacidad y la gente no paraba de llegar. Las pequeñas tribunas ya estaban colmadas y en la pista central se creaba un ambiente febril, como un síntoma de la ansiedad que se acrecentaba con la espera. Desde el escenario comenzaban a llegar los primeros sonidos de prueba que realizaban los técnicos. Habían transformado a la pared en una gigantesca pantalla de video, intercalando en ella múltiples luces reflectoras que luego iluminarían al público al ritmo de los acordes. Varios camarógrafos se disponían a captar las mejores imágenes del evento. Dos enormes columnas de bafles pendían del techo esperando con paciencia transmitir la maravilla de los instrumentos. Todo estaba listo. La emoción se palpaba en el aire.
   Los primeros en aparecer fueron el bajista y el baterista, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella. Recibieron los primeros aplausos de la multitud presente. Pero la excitación se manifestó exultante con la entrada de Ricardo Mollo, guitarrista y líder de Divididos. El rock sonó con estruendosa potencia y armonía. La gente no paraba de saltar y cantar. Como es habitual, los más jóvenes formaron el pogo.
   Comenzaron a desplazarse de aquí para allá, alborotados, con empujones que les generaron una gran diversión. Sin dejar de cantar y acompañado de su amigo que dirigía la silla de ruedas, se incorporó al pogo. Su cara manifestó una satisfacción plena, pocas veces vista en él. Después de dos horas de profusa emoción, cerró los ojos y sintió que su cuerpo comenzó a flotar. Podía ver todo desde una altura imposible. Vio la pantalla gigante, las luces destellantes, el estadio repleto, los músicos concentrados, los técnicos de iluminación y sonido. Todo le pareció increíble. Se vio a sí mismo cantando y saltando sobre sus propias piernas, se vio más joven, venciendo la fuerza de la gravedad que ahora lo postraba. Se vio en aquel primer recital de 1989...

Marcelo Tittaferrante


Imagen tomada de la red.

viernes, 1 de marzo de 2024

Medusa (microficción)

 

Las múltiples cabezas de serpiente se arremolinaban en torno de su rostro. Extrañaba la belleza que otrora le brindara su cabellera.

¿Por qué Atenea se había ensañado así con ella? ¿Acaso no había sido Poseidón quien la violara? Tendría que haberlo castigado a él, no a ella… Merecía que lo castraran, pensó.

Mientras meditaba el nombre de su descendencia se acariciaba el vientre. Perseo se acercaba sigilosamente con su escudo espejado, empuñando una espada. Al verse reflejada se miró a los ojos y quedó petrificada.

El valiente semidios pasó horas tratando de recuperar el filo de su espada.

 

Marcelo Tittaferrante.


Imagen tomada de la red.

lunes, 12 de febrero de 2024

Minotauro (microficción)

   Cuando Teseo enfrentó a la bestia no esperaba que fuera tan grande. A pesar de su valentía, por primera vez sintió el estómago retorciéndose. Debía matarla para liberar a Atenas de los sacrificios impuestos por Minos, rey de Creta.

   El intrincado laberinto le había demandado mucha energía. Dos días sin alimentos ni agua, desenrollando inmensurables cantidades de hilo para poder hallar el camino de regreso. Inicialmente le había parecido una excelente idea, pero en esa instancia estaba convencido de que había sido un gran error.

   El Minotauro devoró a Teseo, siguió el recorrido del hilo y desposó a su hermana Ariadna.


Marcelo Tittaferrante.

Imagen tomada de la red.

lunes, 28 de agosto de 2023

Morir de a poco

 

Él estuvo allí, donde la humanidad se había negado a florecer, donde el trabajo no brindaba un solo pedazo de pan y la dignidad consistía en mantenerse con vida. Debió hacer un gran esfuerzo para existir y lo hizo, por sí mismo y por su amada, a quien no sabía si volvería a ver, pero tenía la firme convicción de que no debía claudicar. Tal vez, al día siguiente saliera nuevamente el sol.

La esposa lo contempla con ternura, porque conoce ese proceso que tantas veces presenció desde que por fin habían abandonado el infierno de Auschwitz. Su Polonia natal, ahora tan distante, no sería su última morada, pero al menos estarían juntos. Se lleva una mano a la boca, los párpados abrigan dos perlas brillantes. Ella también retrocede en el tiempo y recoge fragmentos de su propio corazón.

Él suele tapar los oídos con las manos, como negándose a recordar, pero le resulta imposible no hacerlo. En los caprichosos circuitos de la mente se mezclan las trágicas imágenes pasadas con apacibles recuerdos de la vida familiar. Día a día resulta más difícil situarse en la temporalidad del presente. La pala se hunde en el suelo húmedo, la hija mayor abanderada en la escuela, las fosas cada vez más grandes, el hijo recibe el diploma, los cuerpos apilados como residuos, nace un nieto en primavera, el humo acre en el aire, el cálido sol del mediodía, la oscura noche de incertidumbre…

Cada vez que sucede, su cuerpo se sacude hacia atrás y hacia adelante en cortos espasmos, las tímidas lágrimas se esconden entre el sudor y se escurren sobre los profundos surcos de la piel. Un pedacito de vida se apaga.


Marcelo Tittaferrante.


Imagen tomada de la red.